Bueno, yo lo quería tanto.
Era nuestra primera cita y cuando me despedí de él, una aureola de luz de colores lo rodeaba; en serio: brillaba, y yo, fascinada. Recuerdo bien que me dije: ay no, oh no...
Fue una historia fallida. Iba a ser genial, yo sé, pero no. Al menos a mí se me atravesaron mis inseguridades y, por su puesto, mi tristeza.Cuando todo acabó, caminé hacia mi casa sosteniendo mi corazón y el llanto. Me acosté en mi cama y me sumergí en el mar de mi dolor. Llamé al amor que por él sentía: mi amor ridículo, y lo oculté.
A veces sueño con él y pienso: ojalá que esté bien.