Sí ha habido momentos privilegiados: Javier, por ejemplo, todo él, su presencia. No sé cómo contarlo sin reducirlo. Parece que vino a salvarme de algo, quizá de mí; a evitar mi desfallecimiento o mi muerte; a curarme.
¡Ah! No sé. Nada sé.
domingo, 18 de enero de 2009
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