domingo, 24 de octubre de 2010

Indefectible

Me encontré con antiguos escritos ya olvidados. En ellos me quejaba de no saber para qué levantarme de mi cama cada mañana y de mi indefectible decisión final, pasadas las diez de la mañana, de hacer lo mismo que el día anterior.

Mi vida no ha cambiado tanto, aunque ya no me quejo. Supongo que una reconfortante resignación se abalanzó sobre mí.

Me queda el vacío y el "porque sí".

Después de todo, existir no es tan malo, lo malo es ser inconmovible e incontenible, pero tal vez no.

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