viernes, 24 de mayo de 2013

Persis Kalamanja

"La pobre Persis, que había perdido ya su amante corazón al dárselo a Ormus Cama, perdió muchísimo más aquel día en el almacén Rhythm Center. Perdió al propio Ormus y, con él, su futuro entero. Una vez que él encontró a Vina, se acabó todo para Persis, como se podía ver a simple vista. Vina y Ormus no se habían tocado siquiera, ninguno de los dos sabía el nombre del otro, pero sus ojos estaban ya haciendo el amor. Después de haber plantado Ormus a Persis, ella aprendió que un ser humano puede creer a la vez dos cosas contradictorias. Durante mucho tiempo, creyó que él volvería a ella, sin duda, cuando comprendiera cuán verdadero era el amor que había desdeñado, más verdadero que nada que aquella niña devuelta de América pudiera darle; y al propio tiempo sabía también que Ormus nunca volvería a ella. Esas dos tesis, de fuerza igual y contrarias, la paralizaron y nunca se casó, ni dejó de quererlo hasta el final mismo, en que, después de haber terminado la serie de catástrofes, recibí una carta de ella. La pobre Persis, todavía en poder de Ormus aunque él no vivía ya, me abrió su pecho con una letra elegante y madura que hablaba de su firme carácter. Sin embargo, ni siquiera aquella mujer impresionante había podido defenderse de la fuerza elemental de Ormus Cama, de su debilidad, de su voltaje, su encanto, su crueldad despreocupada, su vida. Él la quebró y la olvidó".

Salman Rushdie: El suelo bajo sus pies.


2 comentarios:

Francisco Moreno dijo...

Maravillosa cita de un libro magnífico...

Mérita Sujey Abad dijo...

Encantadora y dolorosa.