Puedo verte. Apareces tarde por la mañana, en pijama, el cabello revuelto; diría que tus ojos se ven tristes pero jamás me miras y de verdad no lo sé; no te ves muy entusiasmada por el nuevo día. Pasas rápido, tomas un baño, te encierras en tu habitación, hablas con el gato, lo alimentas, te despides de él y sales. Me pareces un pequeño y desastroso torbellino que gira lentamente. Desastroso, no sé por qué.
domingo, 5 de febrero de 2017
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