domingo, 9 de agosto de 2020

Indefectiblemente

Usted no lo sabe pero en estos días no he estado del todo bien. No es lo mío admitirlo* porque pienso que es mi problema y en general acostumbro hacerme cargo sola de mis cosas. No pido ayuda. Sé, al menos en ese sentido, de qué soy capaz: al final todo pasa. Es una de las ventajas de mi ser olvidadizo. Lo que duele da tantas vueltas en mí que acaba por desgastarse y yo termino tan herida que desarrollo una triste aversión que culmina en rotunda apatía; y no hay vuelta atrás. En mi defensa diré que mi ser se resiste con todas sus fuerzas a este tipo de desgarre emocional porque al final es una manera de matar-me: el amor que sentía por alguien, la confianza que tenía sobre algún aspecto de mí o un pedacito de mi envanecido ego... Y en teoría lo hago por mi bien y más si hubo maldad de fondo, mía o de otro. 

*Bueno, aquí sí, pero esta es una bitácora de emociones que guardo para no olvidarme de mí misma.

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