Hamilton Morris: Los judíos mágicos.* (Fragmento)
Unas horas después, uno de los judíos mágicos se chingó una línea de Ketamina mientras navegaba sobre el lago en un bote de remos. Regresó a la playa, se colapsó en la entrada, vomitándose todo y perdiéndose en un muy profundo agujero de Special K mientras los demás lo veíamos aterrorizados. Eventualmente todos se distrajeron, lo pusieron de costado, y regresó a la fogata a meterse más ketamina. Mientras el sol salía y los cantos alienígenas de lo que ahora identifico como pájaros armónica de vidrio me ponían en trance, vi a Hershel salir del bosque. Traía un libro con oraciones en las manos, sonriendo y fumando un cigarro. Los dos escuchamos a los pájaros por un minuto, mientras yo aceptaba la posibilidad más extraña de todas: la posibilidad de que todo tuviera sentido.
*Revista VICE.
sábado, 1 de noviembre de 2008
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