domingo, 24 de octubre de 2010

...

Ingenuamente lo necesito, y le reprocho severamente su partida.

Una vez cerrada la puerta tras de sí, conmigo expectante y sola, procuro nutrir mi día.

Comida, sueño, lectura, música y labores domésticas se suceden interminables e intermitentes.

Platico con el perico, el sustituto del lejano y cruelmente muerto "Panchito".

Dejo que el tiempo pase, sin padecerlo, hasta complacida. Que pase, que se agote, tan lindo él.


 Envejecí otra vez, como ayer.

1 comentario:

Acol Kobernein dijo...

las hojas siguen crujiendo bajo los pies por lo que veo, me gustaría verle y compartir tristezas de menos sin que nadie las recrimine...