Las 9:30 pm, no te veré y esperar el día siguiente me parece insoportable, sobre todo porque no tengo sueño. Dormir es la única salida a la eternidad que me espera. Te necesito. Siento como si estuviera jalando una cuerda con el fin de hacer caer una gran muro de piedra sobre mí. Si te dejo, la soledad me resultará un infierno: las horas atravesarán -cual navajas muy filosas- mis entrañas. Si me quedo contigo, temo que enloqueceré, pues mi cabeza gusta de fantasear: cuando logro, después de unir fragmentos de ti, darle sentido a una historia en la que sigilosamente entablas una relación amorosa con otra -seguramente una golfa, tipeja, perdida...-, siento que mi estómago se revuelve, mi visión se nubla y empiezo a sudar frío... quiero destruírte y a ella -esa- también. No quiero lastimarte, tengo miedo.
(jueves 12 de abril de 2007)
domingo, 10 de agosto de 2008
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