domingo, 10 de agosto de 2008

No te vayas

Quiso que habláramos. Accedí. En ese tiempo yo solía cargar un fólder lleno de hojas de papel (en su mayoría innecesarias para mis labores escolares). Mis nervios se hicieron presentes y las hojas cayeron al suelo. Él, demostrando gran habilidad, las recogió y ordenó rápidamente (lo miré con profunda admiración); entramos a un salón de clases, nos sentamos frente a frente.

Ahí estaba yo, una vez más, contemplándolo anonadada.

Me pidió que imaginara que sólo existíamos él y yo, que fuera de aquel salón no había más que vacío. Yo, obediente, lo imaginé... nada me hubiera gustado más en el mundo: "seguramente moriremos de hambre pero antes haremos el amor", pensé. Nada de eso pasó... llegó el momento en que debía irme y fue entonces cuando, con voz baja, dijo: "no te vayas". Yo lo escuché pero no pude creerlo... me fui.


No volví a verlo.

(domingo 12 de agosto de 2007)

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