viernes, 23 de septiembre de 2011

Mujercita triste y ridícula

Ha sido difícil para mí aceptar lo que soy: una mujercita triste y ridícula que no sabe cómo comportarse.
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Me siento mejor con los gatos, los perros y los niños. Soy una buena vendedora de maniquís y exhibidores. Cuando alguien cuenta un chiste, soy la última en reírse, luego todos vuelven a reírse, pero de mí. Me la paso bomba sola. Por más que lo intento, mi ortografía no mejora. Olvido casi todo lo que me pasa y lo que me cuentan. Hago uso de "lugares comunes" todo el tiempo. Amo a mi familia, pero me mantengo lejos de ella. Fantaseo con ir a una fiesta y perder el control, mas cuando por fin asisto a una, me siento muy arrepentida de haber ido. No soy fan de ningún escritor, músico, intelectual, o lo que sea. Me encanta bailar música electrónica desde niña, pero no puedo distinguir los distintos géneros de ésta. En general, me porto muy bien, pero he hecho dos cosas horribles que no voy a contar. Sé qué significa estar lúcida y loca al mismo tiempo. Mi vida interna es profunda e intensa, pero imaginaria.  Me desmayo con facilidad cuando me asusto, siento mucho dolor o estoy entre demasiada gente. A veces me siento muy tonta o muy inteligente, muy fea o muy bonita. La sintaxis que utilizo al hablar es extraña, y lo noto; no sé cómo corregirla.
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Dime, tú que no me escuchas, ¿qué hago yo con mis sueños?





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martes, 20 de septiembre de 2011

Crisis

Me dije que perdí el encanto o la magia, aunque en el fondo supe que nunca tuve nada de eso. Tanta imaginación era la mía.
Me sentí como un trenecito veloz que se estancó en un charquito de agua sucia.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Borrosa

Usted sabe que me carcome, que me duele. Los ojos no se me llenan de lágrimas, sin embargo. Muy orgullosa estoy de ya no encerrarme en el baño a llorar desconsolada. Pero sí me duele, y no sé qué ni por qué. No me hallo, eso creo. Me siento borrosa, insustancial.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Pero la soy

No tengo muy claro qué quiero decir. Jamás. Hace bastante tiempo que me encuentro recluída en mí misma. Hago lo suficiente para estar bien: trabajo, estudio, pierdo el tiempo, investigo, espío, contemplo el cielo y la calle; pero me mantengo al margen del mundo. He lo grado reunir en mi pequeña habitación, que felizmente se encuentra en un cuarto piso y tiene una ventanita, todo lo necesario para pasármela bien sola: netbook con internet, televisión, reproductor de mp3 con radio, muchos libros, bicicleta para hacer ejercicio, una cama individual y confortable, un espejo, una mesita y una banca. Me mantengo como espectadora. Pero ahora tengo la inquietud de hacer más que dedicarme a mí misma y a la angustia de saber que mi vida no tiene sentido. Necesito construirme y construir mi entorno. No sé cómo. Los días pasan veloces, y mis arrebatos de inquietud se apagan con facilidad. Me asusta mi inconstancia, pero la soy.

viernes, 26 de agosto de 2011

Tengo tanto sueño. Me arden los ojos.

Jim Carrey





Jim Carrey me parece honesto. Este mensaje es bello. Es curiosa la tristeza en la expresión del rostro de Jim cuando se despide; se siente ridículo, se sabe vulnerable. Eso es lo que hace que el vídeo sea tan bello. El amor de por sí es doloroso, más aún si es ridículo, y aún más bello por eso.

(Sin embargo, no me parece ridículo.)

Sonreír

Me he pasado el día sonriendo. Ya no me es tan habitual la tristeza. Los ojos ya no se me inundan de gris. Pero hay instantes pequeñitos en los que me desvanezco como un montoncito de polvo en medio de un viento furioso, y dudo, contengo el aliento, me sujeto con fuerza al vacío... y vuelvo a sonreír.


jueves, 14 de julio de 2011

Rectificación

Todo lo publicado hoy, se publicó originalmente en fechas distantes, entre 2008 y 2009. Lamento el error y la fea pérdida de fechas exactas. Todo es culpa de blogger, ya que yo las tenía guardadas como borrador y al volver a publicarlas, se publicaron con la nueva fecha.

"Día 9, llagado de su amor"

Gilberto Owen

Hoy me quito la máscara y me miras vacío
y ves en mis paredes los trozos de papel no desteñido
donde habitaban tus retratos,
y arriba ves las cicatrices de sus clavos.

De aquel rincón manaba el chorro de los ecos,
aquí abría su puerta a dos fantasmas el espejo,
allí crujió la grávida cama de los suplicios,
por allá entraba el sol a redimirnos.

Iba la voz sonámbula del pecho combo al pecho,
sin tenerse a clamar en el desierto;
ahora la ves, quemada y sin audiencia,
esparcir sus cenizas por la arena.

Iba la luz jugando de tus dientes a mis ojos,
su llamarada negra te subía de los hombros,
se desmayaba en sus deliquios en tus manos,
su clavel ululaba en mi arrebato.

Ahora es el desvelo con su gota de agua
y su cuenta de endrinas ovejas descarriadas,
porque no viven ya en mi carne
los seis sentidos mágicos de antes,
por mi razón, sin guerra, entumecida,
y el despecho de oírte: "Siempre seré tu amiga",
para decirme así que ya no existo,
que viste tras la máscara y me hallaste vacío.

Soy de lo peor

Hace como nueve meses decidí hacerme cargo de mí en todos los sentidos; así que busqué en el periódico lugares baratos para vivir y un trabajo. Desde que subí a la recámara de mi tía a decirle: "tía, me voy", y ella respondiera: "¿en serio?", mi vida cambió. De pronto estaba yo viviendo en casa de un señor desconocido que me causaba temor. Yo pensaba: ha de ser asesino en serie o un pervertido sexual, por lo menos. Pero ha sido muy amable conmigo, hasta me pidió que fuera su novia. Dije que no y continuó la amabilidad. Mi trabajo. Trabajo en un restaurante en el turno de la noche, de 6:00pm al cierre. Soy la cajera. Es un trabajo sencillo: en mis ratos libres puedo navegar por Internet, chatear o leer; aunque de vez en vez por falta de cambio o porque alguien me dio instrucciones erradas o porque los meseros desconfían o porque yo desconfío, mi ira se hace presente y empiezo a destartalar las buenas relaciones laborales de meses que con muchas sonrisas y trabajo arduo logré. Mi ira se está volviendo explosiva. A veces me pregunto para qué enojarme, para qué ganarme problemas laborales gratuitos, y sigo preguntándome, todavía no sé, tampoco sé por qué no ganarme problemas laborales o para qué agradarle a todos, no sé.
Las mañanas deberían ser para estudiar, no han sido del todo así: veo amigos, salgo con mi novio, modifico la decoración de mi habitación, duermo, escucho música. Soy de lo peor. Aunque por fin siento que tengo el control sobre lo que hago, sobre mi dinero y mi tiempo. Sólo estoy cambiando, sólo me estoy adecuando a las nuevas circunstancias.


(Visto de lejos, no se ve tan bonito, 14/julio/11)

Bolsa hostil

¿Soy una bolsa de traumas horrible o soy una horrible bolsa de traumas o soy una bolsa de traumas y horrible? Esta tarde me pregunté eso y la cuestión no era si yo era una bolsa... sino en qué parte de la oración colocaría la palabra horrible. Iba a explotar y me creía una bolsa. Y aquí viene una frase que encuentro muy apropiada para describirme: Angustia excesiva del espíritu por nada (que también le robé a Vila-Matas)... y usted, amable lector, tal vez no me entienda... porque ahora le diré que la vida, esta vida mía, es como un mal día de trabajo. No siempre. Lo que ocurre, pues trataré que un poco de cordura se manifieste aquí, es que mi trabajo permea de vez en vez mi vida y... mencioné ayer, no aquí, pero lo mencioné, con cierto optimismo, que el trabajo es un mero trámite para obtener cosas, y así es, pero ese trámite puede volverse engorroso y hasta doloroso, para mí, claro -no he de generalizar- porque soy sincera y profundamente hostil, y no me queda más que disimularlo, creo.


(Tan sincera que tengo que ocultar mi hostilidad. Eso no tiene sentido, pero así es.)
Derrocharé un poco de mí. No es la tristeza la que hoy me mueve, sino la necesidad de verme, de encontrarme entre mis palabras.

Mi oficinita huele a gas

Mi oficinita huele a gas. Poco sé del mundo, pese a mis 24 años. Es extraño que eso ocurra porque leo mucho, leo casi todo lo que se me pone en frente. Cuando viajaba en autobús, de niña, por ejemplo, de aquí a Michoacán o viceversa, me desesperaba porque no podía dejar de leer cuanto letrerito se me aparecía en la carretera. Una de tres: o mi cerebro acumula información en grandes cantidades pero no sabe procesarla, o mi curiosidad se parece mucho a un hoyo negro (1)... y de ahí mi mala memoria, o lo que leo no es lo adecuado para proporcionarme información fidedigna sobre lo que es el mundo. Eso explica por qué mi manera de comunicarme es tan confusa... y si usted, lector esporádico o advenedizo (2), me conociera en persona, sabría que mi uso de la lengua española es bastante... peculiar y hasta rudimentario, como bien se nota aquí; aunque créalo o no, procuro cuidar un tanto la sintaxis de esto que le escribo. Hasta sospecho que padezco algún tipo de autismo(3)... y sepa que a todo esto(4) le atribuyo mi falta de popularidad, es decir... a mi no saber qué decir, ni cómo decirlo, en el momento preciso.

Ocurre que tengo del mundo una idea bastante distorsionada, imagino, porque ando siempre confundida: digo una cosa, luego digo otra; creo en algo, luego creo todo lo contrario; mis opiniones cambian, no de un día para otro, sino de un minuto para otro... es evidente que carezco de convicciones(5). Pocas cosas resultan una constante en mí, como el consabido: "Yo como digo una cosa, digo otra", que claramente recuerdo que decía la Chimoltrufia(6), y mi alma justiciera, que bien que mal se ha buscado uno que otro problema nada más por socorrer al indefenso o enderezar entuertos(7) (o como se diga).

Lo que quiero decir, y que sé que no viene al caso, como todo lo demás, es que abandonaré mi trabajo y me dedicaré a estudiar de lleno (como yo digo); y que cada que mi jefe me pregunta si estoy segura (ya que él no quiere que me vaya, ya que soy una muy buena cajera y "asistente de administración no oficial" y muy agradable e inteligente y hábil con los números... :P), se me revuelve el estómago, y siento que soy malvada y egoísta. Me iré y escribo esto para redimirme(8), para explicarme por qué quiero y puedo cambiar de nuevo mi forma de vida, y porque quiero descansar un poco de la explotación capitalista (9).




1. Un agujero negro u hoyo negro es una región del espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que provoca un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, puede escapar de dicha región. (Wikipedia)

(Si mi cerebro fuera un hoyo negro que absorbe información, yo sería una auténtica sabelotodo... luego mi cerebro no es un como un hoyo negro... es más bien como una cazuela de teflón)

2. Advenedizo, za. adj. extranjero o forastero, que no es natural u originario del lugar.

(Sí queda porque todos los que no son yo en este blog son los no yo, es decir los extranjeros. Véase este blog como si fuera un lugar)

3. Autismo: repliegue patológico de la personalidad sobre sí misma.

(Oh sí, eso es)

4. No sé :(

5. Convicción: idea religiosa, ética o política a la que se está fuertemente adherido.

6. "Pos ya sabes que yo cuando digo una cosa digo otra, pero es que hay cosas que ni qué, ¿tengo o no tengo razón?" La Chimoltrufia

7. "Desfacedor de entuertos" (desfacer entuertos)

8. Redimir: librar de una obligación o extinguirla. (Así es)

9. Explotar: utilizar en provecho propio, por lo general de un modo abusivo, las cualidades o sentimientos de una persona, de un suceso o de una circunstancia cualquiera.

(Debería llamarse "explotacionismo"... aunque acaso exagero: lo que sea de cada quien, mi jefe es la onda)

viernes, 1 de abril de 2011

martes, 22 de marzo de 2011

Me niego a creer que no podré.

He querido

He querido quedarme quieta, sentirme envejecer plácidamente, ser silencio y obscuridad y muerte. Pero soy ruido y pensamientos absurdos y fáciles, soy escandalosa sonrisa y mirada curiosa y besos. En verdad quisiera ser quietud y resignada melancolía y toda sabiduría. Pero soy vana y alegre, confusa y distraída.
Es incómodo.
Estoy ávida. Todo es blanco.

Desesperanza

Ayer me dije que no tengo futuro como escritora, pues el escritor, por miserable que se crea, debe tener confianza en sí mismo. Es curioso que sea en instantes de profunda desesperanza cuando yo escribo, como hoy. Es contradictorio.  Existe una frase que leí al final de una película, a manera de epílogo, y que me reconforta dolorosamente: "Celebrando la desesperanza". La desesperanza acude a uno cuando algo, aparentemente inquebrantable e impalpable, se quiebra dentro. Se quiebra de verdad, y uno sabe que no hay manera de volver atrás. Un cambio, acaso casi imperceptible, ha ocurrido. La desesperanza tiene que ver con lo inalcanzable, con la certeza de la nada, de la negación, del no irremediable, categórico. No, Sujey, no. No queda más que celebrarla, por tajante.

viernes, 28 de enero de 2011

Me equivoqué.  En todo me equivoqué.

Creía que era especial.

Insulsa e insignificante. Al menos, sigo lúcida.