jueves, 20 de diciembre de 2012

Los ojos


No debía cerrar los ojos. 
Tenía miedo de perder el control de mí misma.
Me arrepiento de ti, de amar tus ojos; 
me arrepiento de no poder besar tus ojos.

La acariciaba como si fuera un regalo. Que le fue dado por amor. Algo pequeño y apacible. Insoportablemente valioso.
Pero cuando hacían el amor se sentía ofendido por sus ojos. Se comportaban como si pertenecieran a otra persona. A alguien que estuviera observando. Que estuviera mirando el mar desde una ventana. O a una barca en el río. O a un transeúnte que llevara sombrero en medio de la bruma.
Se exasperaba porque no sabía qué significaba aquella mirada. La situaba a medio camino entre la indiferencia y la desesperación. No sabía que en algunos lugares, como en el país del que procedía Rahel, había diferentes clases de desesperación que pugnaban por la primacía. Y que la desesperación personal nunca llegaba a ser suficientemente desesperada. Que algo sucedía cuando la confusión personal chocaba casualmente con el altar levantado al borde del camino a la confusión pública de una nación. Una confusión inverosímil, insensata, ridícula, torrencial, circundante, violenta, inmensa. Sucedía que el Dios Grande bramaba como un viento tórrido exigiendo reverencia. Y entonces el Dios Pequeño (agradable y contenido, privado y limitado) retrocedía cauterizado, riéndose, aturdido, de su propia audacia. Acostumbrado a la constante confirmación de su inconsecuencia, se tornaba acomodaticio e indiferente. No había mucho que importara. Nada de lo que importaba, importaba mucho. Y, cuanto menos importaba, menos importaba. Nada tenía nunca suficiente importancia. Porque cosas peores habían sucedido. En el país del que ella procedía, en eterno equilibrio entre los terrores de la guerra y los horrores de la paz, continuaban sucediendo las peores cosas.
 Arundhati Roy: El dios de las pequeñas cosas (fragmento).



viernes, 30 de noviembre de 2012

I'm so tired


Les presento mi primera película; es muy chiquita pero muy bonita.

viernes, 26 de octubre de 2012

Ojalá

"Me dolió mucho tiempo (aunque sólo cuando respiraba) y, como todas las cosas, la olvidé lentamente, sin quererlo"*.







*Lo dijo un tal Roberto. 

viernes, 12 de octubre de 2012

Todos los días

Todos los días es el mismo día.

Iba a decir la verdad. Yo siempre me quedo en el "iba". Iba a explicar por qué me volví tan gris, por qué lo extrañaba y lo necesitaba tanto, por qué no podía dejar de pensarlo. Todo era un asunto psicológico muy serio que había entendido por fin.
Pero tengo esta tristeza seca, rancia, podrida, que me come, así que ya no importa.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Sórdido y tumultuoso

Tendría que poder describir minuciosamente cuanto siento. Me encantaría hacerlo en voz baja, muy baja, pegarme a tu oído y hacer que mis historias se deslicen melodiosas y dulces aunque dolientes, a veces.
¿Sabes? El verdadero motivo por el que tanto sufro es mi absoluta falta de... no sé bien cómo nombrarlo...  pasión, tal vez. Nada me interesa realmente. Nada. No me interesan los grandes músicos, ni los grandes escritores, ni las obras de arte, ni la historia, ni los dinosaurios, ni la arquitectura, ni los filósofos, ni los superhéroes, ni la gente buena, ni los zapatos de colores... con trabajos he logrado interesarme por algunas personas reales: tú, por ejemplo. Personas reales a medias, ya que tampoco me esfuerzo mucho por conocerlas. Es como si las atrapara y las enredara en mi imaginación. Las enredo en mi imaginación y ya no las dejo salir; se hacen mías y yo, autoritariamente, les doy forma: la que yo quiera.

"En medio de la vida y la muerte está la creatividad". No sé quién lo dijo, pero yo estuve de acuerdo, aunque decidí modificarlo un poco: "En medio de la vida y la muerte está el tiempo y el tedio" y, no sé por qué, pensé en los mataderos de vacas: un día una vaca empezó a existir; un día una vaca dejó de existir... Pero, y esto es lo importante, ¿qué pensaba la vaca cuando tenía tiempo, cuando despertaba, cuando se iba a dormir, cuando sólo miraba? ¿Vale más el pensamiento continuado de quien tiene una larga vida que el pensamiento fragmentario, casi nulo, de quien tiene un instante para existir? Vale, no sé por qué.

Vuelvo al tema original: lo que me hace sufrir. Presumo, no obstante, que si bien no me interesan las grandes cosas, me interesan las cosas chiquitas: así, chiquitas. Los gatitos de ojos de colores (un día vi uno chiquitito con un collarcito dorado y entendí la expresión: "me lo como").  Me fascinan los aretes rojos y largos, el crujir de las hojas secas, las ventanas con cortinas que dejan entrar la luz de la mañana, los espejos, los charcos, las nubes grises... Me interesa lo que no se puede contar, lo inefable: el corazón que arde. No te lo puedo contar, no obstante: te aburriría. Yo quedaría en silencio muy pronto.

Sórdida y tumultuosamente en silencio.



miércoles, 18 de julio de 2012

Se ha hecho el frío

--Al principio apenas se nota. Un día, ya no se tiene ganas de hacer nada. Nada le interesa a uno, se aburre. Y esa desgana no desaparece, sino que aumenta lentamente. Se hace peor de día en día, de semana en semana. Uno se siente cada vez más descontento, más vacío, más insatisfecho con uno mismo y con el mundo. Después desaparece incluso este sentimiento y ya no se siente nada. Uno se vuelve totalmente indiferente y gris, todo el mundo parece extraño y ya no importa nada. Ya no hay ira ni entusiasmo, uno ya no puede alegrarse ni entristecerse, se olvida de reír y llorar. Entonces se ha hecho el frío dentro de uno y ya no se puede querer a nadie. Cuando se ha llegado a este punto, la enfermedad es incurable. Ya no hay retorno. Se corre de un lado a otro con la cara vacía, gris, y se ha vuelto uno igual que los propios hombres grises. Se es uno de ellos. Esta enfermedad se llama aburrimiento moral. 

Michael Ende: Momo.

miércoles, 4 de julio de 2012

miércoles, 27 de junio de 2012

Mordiditas

Desde que desperté hoy no he hecho más que perder el tiempo. Son casi las 4:00pm y yo sólo he comido un plato de chococrispis con leche. Debería bañarme y salir a comprar comida, pero no quiero. Estoy atrapada aquí conmigo.

No sé si me siento triste o alegre por poder tomarme un día entero para no hacer nada. Cada que lo hago siento remordimientos.

He hecho los trámites correspondientes para impedir que alguien me reproche mi subrepticia y esporádica pereza. Es uno de los grandes beneficios de la soledad y la autosuficiencia.

Pasé horas pensando en mi vida. Me pregunto qué quiero. Lo único que sé es que, pese a que me siento inquieta, nada. Nada.

Poder hacer lo que quiera y no hacerlo...

Ocurre que he cometido errores irreparables a la primera.


El tiempo me está comiendo y yo, despreocupada, lo dejo seguir con sus mordiditas de mí.
A veces, no tan despreocupada. A veces me angustio.

¿Realmente debo ir a algún lado?
  

viernes, 8 de junio de 2012

Vuelve, por favor.

viernes, 18 de mayo de 2012

Fragmento de mí

Y, pronta, la ilusión huyó de mí. Debí desvanecerme por un segundo para después recobrar mi fingida, mi agrietada entereza.

Con mirarme

Todos los días llego tarde al trabajo, pese a que me levanto temprano. ¿Qué ocurre? Concluí que se debe a que tengo límite de tiempo para salir de casa, y si tuviera más tiempo, igual llegaría tarde. ¿Por qué?, porque cada día me entretengo frente al espejo intentando verme bonita. No logro mucho, pues siempre me veo igual, pero me obstino en mirarme, como si con mirarme pudiera cambiarme.

lunes, 7 de mayo de 2012

Mi corazón era una estrella ardiente, y cuanto lo rodeaba, un desierto.

lunes, 30 de abril de 2012

miércoles, 25 de abril de 2012

Mujer seca

"...donde se pudrirían, como amargas manzanas caídas,
  como los muertos indeseados y no muertos en que se habían convertido."
                                                                                                               Salman Rushdie


Les pareció bien cortar en dos aquel extraño  cuerpo. La tierra había hecho una costra en la superficie, así que decidieron ver qué había dentro. Un golpe seco con un hacha y rápidamente el cuerpo se abrió. No había mucho que ver: un puñado seco de paja y tierra. Picaron por aquí y por allá.  Unos ojos, una naricita y unos labios coloridos no tardaron en aparecer: el rostro sereno de una mujer. Primero se sorprendieron, incluso creyeron que se trataba de un cuerpo humano, pero nada indicaba la presencia de piernas, vientre, dedos...  Con cuidado cortaron el contorno del rostro que, un instante estuvo en sus manos,  se volvió polvo. Decepcionados, dudaron de su hallazgo, y hasta lo creyeron imaginario. Mejor se fueron. 




domingo, 25 de marzo de 2012