viernes, 7 de agosto de 2009

Delirio

Estoy un poco harta de mi incompletud, de mi vida suspendida, de mi falta de carácter y de voluntad. Estoy llena de ira. Mi habitación es un ejemplo: las paredes blancas, la alfombra, la pequeña lámpara del buró, el edredón amarillo... todo sensatamente ordenado pero empolvado. Así me veo. Mi presencia no levanta sospecha, ni llama la atención. Mi ropa no es extravagante, ni mi porte es extraordinario. Mi cabello, siempre revuelto, es lo único que podría evidenciar mi desajuste mental, mi delirio, mi locura, pero no, pues coincide con alguna moda. Soy silenciosa y amable. Soy. No siempre, no últimamente: no he sido muy amable. A la primera provocación el tono de mi voz, pese a emitir un simple "gracias" o un "por favor", se torna severo, agresivo. Mi mirada no oculta el desprecio que siento por algún personaje que se me antoja hipócrita, mentiroso, mezquino. Acaso. He decidido
decir la verdad siempre y algo muy feo brotó de mí: mi desprecio por muchos, que bien ha de ser por mí...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Decir la verdad, siempre nos hace gente aparentemente odiosa para la inmensa mayoría.
Y eso de no tener porte. Desde que dices la verdad, es la única mentira que has dicho. Para mí, eres alguien, con quien quize estar mucho tiempo, pero las tristezas propias nos llevaron por caminos que parecen no unirse, y no se si se unan.
Sin embargo, yo si creo en ti, al parecer, más de lo que creo a veces en mí, o de lo que tu cres en ti.
Señorita, sigo siendo su admirador, y a estas alturas estoy volviendome un admirador que se conforma con la amistad.
Llameme cuando pueda, o cuando yo la llame para charlar, acepteme ^^.